viernes, 11 de mayo de 2012
SANTIAGO ALVIN:
Nadie más que Santiago Alvin podía hablar con propiedad, a su edad, de dolor, angustia, tristeza, pobreza, soledad, hambre, sed, frustraciones y desesperanzas. Transitaba por las calles del Señor, derrotado, esperando con ansias su deceso. Como de costumbre, se encontraba escarbando canecas de basura, buscando entre los deshechos algo con que saciar su hambre. En su continuo trasegar, encontró Santiago un jean azul e inmediatamente sintió que una fuerza invisible lo compelía a usarlo. Se lo puso y comenzó a recrearse con la prenda. Introdujo sus manos en los bolsillos laterales de la prenda y las extrajo repletas de dinero. Cada vez que repetía la operación, fluían de ellos grandes fajos de dinero. Tenía en su poder la más extraordinaria fuente de riqueza. Paso el día extrayendo de su jean ingentes fajos de dinero hasta que exhausto se sumergió en un profundo sueño. Cuando despertó, los billetes seguían fulgurantes en el piso de su covacha. Introdujo de nuevo sus manos y el fenómeno se repitió invariablemente. Solo que algo se percibía en el ambiente: una tenue pestilencia proveniente de la vestimenta hería sensiblemente sus pulmones. Procedió a despojarse del jean y de inmediato el dinero extraído se pulverizó. Se lo puso de nuevo y el dinero empezó a aflorar maravillosamente. Se trasladó a la capital, adquirió una mansión y empezó a planear su nueva vida. Su vida era ahora excitante, plena y sorprendente. Del jean, día a día, seguían fluyendo olores nauseabundos. Con el uso, el pantalón se había adherido a la piel de Santiago. Las más sublimes esencias florales eran inútiles ante tanta pestilencia. El y sus sirvientes, solo soportaban la situación, gracias al uso permanente de equipos de oxigeno. Esta circunstancia lo llevó a un absoluto aislamiento. Transcurría el tiempo y sus riquezas se acrecentaban, al mismo tiempo que la fetidez. Incapaz de resistir tal hedor, falleció. El jean fue arrojado al basurero municipal. Allí fue descubierto por un reciclador. Se conservaba limpio y en buen estado. El hombre se despojó de su raido pantalón y lo remplazó con la nueva prenda.
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