viernes, 11 de mayo de 2012
INTERCAMBIO CULTURAL:
El dinero poseído, lo hacía ver inteligente. Sonreía tenuemente, hablaba poco y nunca opinaba. Clavaba su mirada en los interlocutores, aparentando una gran concentración. Sus padres que bien lo conocían, eran los únicos que realmente sabían de su idiotez congénita. Cuando falleció, fue enterrado entre pompas y dolor. Póstumamente, sus obras absolutamente brillantes, fueron publicadas. Los lectores quedaron anonadados con su riqueza intelectual. En la cuenta corriente de sus padres, los diez millones de dólares cancelados a un desconocido escritor, eran como una brizna en un estadio.
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