viernes, 11 de mayo de 2012
EL MAESTRO DE LA OSCURIDAD:
Deambulaba a diario por las callejas de la gran ciudad, acumulando en su cuerpo todo el polvo arrastrado por el viento. Su peor pesadilla, era enfrentarse diariamente a la incertidumbre de obtener su cotidiana ración de alcohol. Cuando el ciego cruzo por su lado, la sombra del robo se dibujó en su mente. El invidente llegó al parque, extrajo de su bolsillo una bolsa de maíz y arrojó los granos a las palomas. El beodo se pego a su huella y le alcanzó en las puertas del cementerio. El ciego desapareció en un santiamén.
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