EL MILLONARIO ABURRIDO:
¡Qué aburrida vida!, gritó el millonario y de todos los confines del universo miles de subordinados emprendieron una pertinaz investigación sobre aquel “algo” que devolviera la placidez a su señor. ¡Lo encontré!, trepidó la voz, como una bomba de hidrógeno. Lo que nuestro amo necesita es juventud.
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