viernes, 11 de mayo de 2012

EL HERRERO DE MI DESTINO: Horas caminando por aquella ruta me llevaron a descubrir los lugares más apacibles y solitarios que jamás pude imaginar. Al final de un recodo, descubrí al fondo una aldea y hacia ella orienté mis pasos. Un herrero que fraguaba me dio la bienvenida. Este era un hombre de mirada inquisitiva en cuyos labios se dibujaba una irónica sonrisa. Ingerí un poco de alimento y continúe mi marcha. Fue al cabo del segundo día cuando me adentre en aquella calleja por mi reconocida. El maldito herrero seguía en su fragua pero ahora su sonrisa era fría. Gire despectivo y jure no errar de nuevo el rumbo. Al día siguiente después de un penoso deambular, arribé al mismo odioso lugar. En los labios del herrero apareció de repente una mueca siniestra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario